Ella, de Colorado (EE.UU.), aterrizó en El Escorial para dar clases de inglés, donde él también era profesor y donde años más tarde se casaron en una calurosa tarde de agosto. Si tuviera que destacar algo de este día, sería sin duda la tranquilidad y la alegría de la novia a la que no pudo la emoción del momento ni siquiera minutos antes de salir hacia la iglesia. El resto fue reír, recordar, y baile, mucho baile.